El relato anterior, de los tres días que pasamos en Londres, lo pueden leer en Tres semanas en Europa – 1ra. Parte – Tres días en Londres.
Volando con Easyjet, también reservado en su propia web y con las tarjetas de embarque impresas previamente, después de dos horas y media, llegamos al Aeropuerto de Fiumicino.
Debo decir que fue muy puntual, pero bastante incómodo como todo vuelo “low cost”, te llevan y nada más, pero fue suficiente.
Luperca, Rómulo y Remo
Para esto había varias opciones y realmente no estaba decidido por ninguna, al momento del aterrizaje.
Una de las opciones es el tren Leonardo Express, que cuesta unos € 14, por persona y los menores de 12 años no pagan. Este tren sale cada 30 minutos y tarda el mismo tiempo en llegar a Termini.
Otra opción era el bus de Terravisión, que es muy promocionado y cuesta € 4.
Por precio no hay dudas de cual elegir, pero el bus tarda 55 minutos y leí en varios foros que no tiene buena reputación.
También hay otros trenes, pero paran en otras estaciones, como Ostiense o Tiburtina y varias líneas de buses que euro más o euro menos, nos llevaban a Termini.
Por suerte, se resolvió todo muy fácilmente, porque en el avión estuve charlando con un italiano muy agradable, Gianluca, que nos recomendó la empresa de buses T.A.M. que nos costó € 5, llegó en unos 50 minutos y viajamos muy bien.
Cuando llegamos, nos despedimos de nuestro amigo, que nos aconsejó tuviéramos cuidado con nuestras cosas cerca de la estación.
Así, caminando bajo una leve llovizna, llegamos a nuestro alojamiento.
1er. día – Piazza Venezia, Altare della Patria, Trastevere
Después de acomodarnos y siguiendo el itinerario de mi guía, (de la que hablé en la entrada anterior), nos fuimos a visitar el Trastevere, un barrio del otro lado del río Tíber, (Tevere), donde hay calles muy pintorescas y muchos bares y restaurantes, lindo para recorrer de noche o de día.
Piazza di Santa María in Trastevere
La noche en el Río Tíber
Así que tuvimos que tomar otro, haciendo escala en Piazza Venezia y de paso vimos el Monumento a Vittorio Emanuele II, un edificio muy imponente, llamado también Altar de la Patria y que recuerda al primer rey de Italia unificada.
Ahí conseguimos un tranvía que nos llevó al otro lado del río, donde comimos muy bien, pizza y pasta obviamente.
Para terminar nuestra agotadora jornada, tomamos otro autobús y nos fuimos a descansar, ya que el día siguiente iba a ser bastante movido.
Monumento a Vittorio Emanuele II
Aquí no es tan útil el metro, como en otras grandes ciudades, porque solo hay dos líneas, A y B, que forman una “X”, cruzándose en Termini, así que usamos mucho más el bus.
Los billetes, que sirven para metro y bus, se compran en las estaciones o en los Tabacchi, o sea en los kioscos.
Lo más importante es pagar y validar los boletos, aunque crean que nadie paga. Esto es porque en las paradas, la gente sube por cualquier puerta y no se ve a casi nadie pasar el billete por la máquina, pero parece que no es así, que los romanos tienen pases mensuales que no es necesario validar.
Les comento esto porque la multa, si los agarra un inspector es de € 50 para pago inmediato y € 100 si no. Cómo hacen para cobrarlo después no tengo idea.
2do. día – Coliseo, Campo dei Fiori, Piazza Navona, Fontana di Trevi
Qué decir del Coliseo que no se haya dicho, no?
El Coliseo romano
Los viejos pasajes bajo la arena
Arco de Constantino
Realmente un lugar imponente, si consiguen entender que están en un lugar con casi dos mil años de antigüedad y lo imaginan lleno de gente, con los gladiadores luchando y el emperador subiendo o bajando el pulgar, lograran valorarlo en toda su dimensión.
La visita duró una hora aproximadamente y pudimos subir hasta la parte más alta y ver los túneles y pasajes por donde pasaban hombres y bestias para combatir en la ahora inexistente arena.
Terminada la visita fuimos al Monte Palatino, una de las siete colinas de Roma, un lugar que estuvo habitado desde hace 3000 años. Se llega, después de pasar junto al Arco de Constantino, por la Via de San Gregorio.
Circo Massimo en el Monte Palatino
Restos del antiguo imperio
Esta fue la primera plaza moderna de Roma, encargada a Miguel Angel por el Papa Pablo III, en 1536.
En el centro, la estatua de Marco Aurelio, está rodeada del edificio de la Comuna de Roma y de los Museos Capitolinos.
La Piazza del Campidoglio y la estatua de Marco Aurelio
Frente a la plaza, encontramos el Museo delle Cere, y recordando a Madame Tussaud, nos tentó a entrar.
La entrada costó € 9 y realmente fue bastante mediocre. Muy corto el recorrido y los personajes no muy bien representados. No se los recomiendo.
Desde acá, caminamos poco más de un kilómetro por las estrechas y zigzagueantes calles romanas, hasta llegar a Campo dei Fiori, una plaza donde se monta un mercado desde 1869.
Un lugar muy animado, donde se pueden comprar alimentos, pinturas y por supuesto flores. Casi lo marcaría como imperdible.
Paseando por las callejuelas romanas
Mercado de Campo dei Fiori, imperdible!
El mayor atractivo de la plaza son las tres fuentes construidas bajo el mandato de
Gregorio XIII, las fuentes de los Cuatro Ríos, del Moro y de Neptuno.
Las cuatro estatuas de la Fontana dei Quattro Fiumi, diseñada por Gian Lorenzo Bernini, representan a los ríos más importantes de la época, el Nilo, el Danubio, el Ganges y el Río de la Plata.
Frente a esta fuente, está la Iglesia de Santa Inés en Agonía, obra de Francesco Borromini, eterno rival de Bernini.
Piazza Navona, una de las más lindas de la ciudad
Santa Inés en Agonía
Bernini vs. Borromini
Fontana del Nettuno
El templo de planta circular, de igual altura que diámetro, está dedicado justamente a “todos los dioses” romanos.
El Panteón
Piazza della Rotonda
Con la panza llena y el alma contenta, llegamos a la Fontana di Trevi.
La Fontana di Trevi, siempre en restauración
El nombre Trevi, viene de tres vías, ya que era el cruce de tres calles.
El mito popular dice que tirando una moneda a la fuente, volverás a Roma. Hoy está seca y se recorre por una pasarela, pero igual la tiramos.
Para terminar el día y ya volviendo al departamento, visitamos la Basílica de Santa María Maggiore.
Edificada sobre un templo pagano, dedicado a la diosa Cibeles, fue construida en el siglo IV, por orden del Papa Liberio, que según la leyenda, recibió instrucciones de la Virgen para su construcción.