Inaugurando las historias de viajeros colaboradores, Micky Fiscina, Guía y Conductor Team, nos deja una divertida anécdota de uno de sus viajes a Londres.

Para seguirlo en Twitter @MickyFiscina
Aquí su relato, gracias Micky

Micky Fiscina y su grupo

Micky con uno de sus grupos

 

Como Guia y Team Conductor, me ha tocado recorrer varios países y lugares trabajando con grupos, no de vacaciones. Uno de ellos es Londres.

Londres es una ciudad que desde que la vi me encantó, las calles, la historia, la magia.
Tanto, que si no me toca en algún circuito por Europa, cuando estoy en París, la ofrezco como excursión opcional, aprovechando que el tren tarda solo 2:30 hs.

En uno de mis viajes a París, con grupos de la Alianza Francesa, fui con cuarenta pasajeros a un Full Day en Londres.

El City Tour londinense no tiene muchos secretos, ya que al ir por solo un día hay que aprovecharlo al máximo.
De esta manera, bajamos del tren en la Estación Waterloo, a dos cuadras del Ojo de Londres, (ahora cambió y no llega más a esa estación), cruzamos el Westminster Bridge, tomamos las fotos de rigor en el Big Ben, visitamos la Abadía de Westminster y ahi tomamos el Bus Turístico, haciendo un recorrido con algunas paradas típicas en el Puente de Londres, en la Torre de Londres y sobre todo algo que a la gente le fascina, que es ir a la Catedral de Saint Paul, (donde se casó Lady Di), terminando en Piccaddilly Circus.

Puente de Westminster

Luego de recorrer los principales sitios de la zona, los llevé a un shopping, sobre todo para que puedan usar los sanitarios. Pero claro, ir con un grupo donde de los cuarenta, treinta son mujeres y llevarlas a un shoping es un riesgo, pero por el «city» que les armo no me queda otra opción.

Al terminar la visita, los reuní en la salida, los conté y los llevé a un bar – restaurant, a unas siete cuadras, donde además de comidas inglesas hay también otras opciones, porque a veces en eun grupo no a todos les gustan los platos típicos.

Justo al llegar al restaurant, cae uno de esos típicos chaparrones de Londres en otoño, garúa, garúa y no para más, así que nos refugiamos y la mayoría aprovechamos a tomar una rica sopa inglesa.
Así, entre anécdotas, risas, impresiones de lo que estaban viendo, recorro las mesas para ver como estaban y prepararlos para ir al cierre del paseo en el Palacio de Buckingham para el cambio de guardia y cerrar el dia antes del regreso a París.

En el recorrido por las mesas me doy cuenta de que me faltaba una pasajera!!!

Una de las cosas que tengo es una muy buena memoria visual, quizás a veces no recuerde el nombre de algún pasajero, pero sé con quien va, donde se sienta, la pareja, etc., etc. Y vi que me faltaba Luisa, una señora de 80 años que venia de San Francisco sola, y aunque se había acoplado bien con el grupo, no tenía amigas que pudieran extrañar su ausencia.
Pregunté a las mujeres y me dijeron está en el baño, pero me doy cuenta que en realidad nunca había llegado al restaurante, porque habían ocupado 39 lugares…

El corazón casi se me sale, desde la salida del shoping hasta esa hora, habían pasado 2:30 hs. Donde estaba esa mujer???
Además, no hablaba ni una palabra de inglés, estaba sola, tenia 80 años, y diluviaba, todo mal …

Así que, demostrando la mayor tranquilidad, llevé al grupo al palacio que estaba cerca, les dije que me esperaran allí hasta las 18 hs, y que si no llegaba que fueran a Waterloo, para regresar a París, ya que yo no me iba a mover de Londres sin Luisa.

Esto ocurrió en el año 2006, así que el único que había viajado con teléfono celular era yo, o sea comunicación nula.
Me subí a un taxi y empecé a recorrer las calles despacio, rehaciendo el camino desde el shopping hasta el restaurante, donde la había contado por última vez.

 

Palacio de Buckingham

Y allí estaba, cual Penélope en el andén, parada con su paraguas, llorando en la puerta del shopping…
Cuando me vio, me abrazó y se disculpaba. Yo sinceramente no sabía que decirle…

Ella se disculpaba porque cuando salíamos, se le ocurrió ir a una chocolatería del shopping, donde algunas mujeres habían comprado y como ella no la había visto, volvió sin avisar. Pero claro, después no supo por donde íbamos.
Por suerte, a pesar del tiempo transcurrido, nunca se movió del lugar.

Finalmente llegamos al palacio, la gente se alegró de verla y hasta paró de llover y salió el sol.
Regresamos a Paris y tuvimos motivos para seguir festejando.

Esta fue la única vez, en mis 17 años de guía, que olvido o extravío un pasajero!!!

Con Luisa tuvimos contacto, hasta hace unos cinco años cuando falleció, y recordábamos siempre esta anécdota.
Volví un par de veces más a Londres, pero nunca voy a olvidar este viaje en particular, incluso cuando paso por la esquina del shopping, aún la veo a Luisa, esperándome con su paraguas bajo la lluvia.

Micky Fiscina